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Double Babel: El Francés de Francis

Su boca, de labios delgados y sonrisa perfecta. Los ojos grandes y verdosos debajo del cabello castaño, de visos dorados y medio ensortijado. Esa era la imagen que había quedado en la mente del Doctor Francis Holmmes de su amor imposible: Faustin. Ese rostro perfecto que se descomponía, cuando Francis lo penetraba, haciendo muecas de dolor que, ahora, eran parte de las alucinaciones del médico. La cara de Faustin tomaba un rictus particular, casi de sufrimiento, sonrojándose y apretando un poco los labios, esos pequeños labios, para dejar entrever los dientes. El estudio anatómico fue memorizado y repetido millones de veces por Francis, incluso aquella tarde en que supo que se verían de nuevo. Hacía seis meses se habían separado, debido a un viaje de estudios de Faustin, y Francis se entregaba ahora a sus múltiples actividades lúdicas y académicas y al amor –oh tonto amor- de otro médico, aficionado al vampirismo. Huyendo de la mediocridad, colgado de un arnés en su clase de escalada, fue interrumpido por el mensaje que anunciaba la visita de Faustin.

‘6:00 PM. ¿Podemos vernos? Voy con un amigo’

Firmaba Faustin. Francis se deslizó por la cuerda tipeando la respuesta al mensaje desde su celular: 'Por supuesto. Yo también llevaré a alguien', y meditó sobre esta última afirmación ya tocando el suelo, luego de presionar la tecla 'Send'. ¿A quién llevaría Francis Holmmes a esta cita doble? Ni pensar en Evan Rincón, con toda su indumentaria y efervescencia terminaría ahuyentando a Faustin y haciendo de la noche uno de sus programas radiales, llenos de fanfarria y protagonismo. ¿Podría ser Saúl Louis? Era comedido y respetuoso, en exceso sonriente, y lo suficientemente pacato como para atreverse a tener algún tipo de participación relevante en cualquier circunstancia. Sin embargo, inconforme y problemático, podía resultar con alguna desconfianza infundada hacia Faustin, o hacia su acompañante, y salir huyendo, víctima de la paranoia nocturna.

-Lleva a Daniel –le dijo su hermana, Joanna.
-¿Daniel?
-Sí. Está siempre disponible y le simpatiza a los extranjeros.
-Y a él le simpatizan también.

Faustin era francés, sociólogo, y políglota al igual que Francis. No estaba equivocada Joanna cuando recomendó a Daniel Gallardo como el cuarto restante, ya que poseía facilidad con esa y otras lenguas, y de seguro el acompañante incógnito del francés quedaría encantado. No se negaría Gallardo a una cita doble, y además a ciegas, ya que no sólo amaba las orgías y otras multitudes, sino también lo exótico y desconocido.

-¿De dónde es el amigo? –preguntó cuando Francis lo invitó.
-Es asiático, me cuenta Faustin. Dime de una buena vez si vas a ir – exigió el Doctor, desesperado ante la curiosidad de Daniel.
-No estoy de acuerdo con lo qué pretendes hacerle al médico del vampirismo. Bien sabes lo que pienso de la infidelidad y, sobre todo, de la falta de moral en tus actos.

La sátira de Gallardo fue el sí rotundo que necesitaba Francis.
Media hora antes del encuentro, Francis refrescó la memoria de Daniel, contándole cómo había conocido a Faustin en una de sus clases alternas y, que tan pronto estuvieron a solas, no dudó en abalanzársele y tener sexo con él por los próximos meses. Fue la relación más intensa del Doctor, luego de Cessair, pero sin tanta inestabilidad e incertidumbre, logrando enamorarse perdidamente. Eso y más pensaba confesarle a su francés, relató Francis a Daniel.

-Y él se morirá de amor por ti, adoptarán niños africanos y yo podré, por fin, tirarme a mi primer asiático. ¡Parfait!
Francis ignoraba el frenesí de Gallardo y ahora se concentraba en no lucir demasiado interesado en Faustin. Algo sabía de su nuevo romance y no quería hacerse falsas ilusiones. ‘Y ahora un abrazo, una sonrisa y un enchanté, para saludar al asiático’. Ahí venían: Faustin con su anatomía perfecta y el asiático con cara de asiático, igual a todos. ‘Enchanté’, de todas formas y a tomar algo. Respiró hondo Francis y brindó por el reencuentro.

-¿Y tu nombre es?
-Chang
-Konnichiwa, Chang. Hay algo muy sexy en los nombres asiáticos. ¿Has visto a Bruce Lee? ¡Qué culo! ¡Y qué patadas las que daba! Very sexy. ¿Tú sabes artes marciales, Chang? Debes ser como los de Street Fighter de la Capcom. ¡Unos genios los que hacen esos videojuegos! Asiáticos al fin y al cabo. Muy disciplinados, psicorigídos, severos y sexies. ¡Y la comida! ¡Wow! Muy afrodisíaca. Chop Suey, Sushi. Apuesto a qué has comido sobre un cuerpo desnudo. Yo estoy escribiendo un artículo sobre comida asiática y sexualidad en el lejano oriente y estos episodios de desnudez no sabes lo que me interesan. Tal vez puedas ayudarme, Chang…

Francis se alejó de la arremetida de conquista de Daniel Gallardo para hundirse en los hoyuelos de Faustin, quien tomaba de su trago, con sus labios delgaditos, saboreando cada sorbo espumoso por largo tiempo, eternidades para Francis. Soltaba una gran sonrisa y miraba de reojo a Francis, pero escuchando atento la retahíla de Gallardo.

-Ça va, ces vacances? – irrumpió en tímido francés, Francis.

-Muy bien. Descansando. Extrañando a mi novio.

Por más que Francis intentó demostrar impasibilidad ante el comentario de Faustin le fue imposible. Logró desencajarse un poco y perder la correcta postura que siempre ocupaba. El alcohol ya lo sometía un poco y sentía que iba a perder los estribos en cualquier momento. Pudo reponerse con una amable sonrisa y agregando un ‘Muy interesante’, como respuesta a Faustin.

-Mi mejor amigo Saúl Louis le teme a los asiáticos. En particular a las mujeres y, sobre todo, a las geishas. ¿Son como medio travestidas estas mujeres, no? A Saúl también le dan miedo las travestis. ¡Estaría muerto del susto viendo este show! Las mujeres embarazadas también lo asustan ¿Puedes creerlo, Chang? ¡Se volvería loco en Oriente! Con toda esa superpoblación debe haber montones de mujeres embarazadas. Ese es un buen tema para escribir: Travestis Asiáticas Embarazadas.

Los aplausos interrumpieron a Gallardo para recibir a la gran diva de la noche: Tina Carbonell. Vestida con un kimono, a lo geisha, la cara pintada y las sandalias altas, típicas de las maestras del amor oriental. Era noche de karaoke y Tina era la encargada de conducir el concurso.
-Konnichiwa, mis espectadoles. Hoy es noche de kalaoke en nuestlo bal –Sonó un gong al fondo- Es la opoltunidad pelfecta pala que le canten al amol y muestlen su glande talento flente a este fabuloso público. Veo algunos conocidos flente al escenalio.
Tina señaló con su uña de acrílico a Francis Holmmes, gritando su nombre por el micrófono y eligiéndolo como su cuota participante de la noche. Las habilidades del médico para el canto eran conocidas y cuando se trataba de rockolas o karaokes era inevitable resistirse a salir al ruedo. Esta vena histriónica la habían reconocido algunos de sus familiares, asegurando que no sólo poseía el don de la sanación, sino el don divino para la música.

-Con ustedes: ¡Flancis!

Noooooooooon, rien de rien
Noooooooooon, je ne regrette rien
ni le bieeeeen qu`on m`a faaaait, ni le maaaaal
tout ca m`est bien egaaaaal

Poseído por el espíritu de Edith Piaf, Francis no sintió timidez ni arrepentimiento al dedicarle este karaoke a Faustin. El francés sólo pudo sentir compasión por Holmmes y en medio del espectáculo se puso de pie y huyó al baño, donde ahora se encontraba Gallardo.

-Ça va, Faustin? Francis está tan amoureux. Escucha esa chanson du amour. Noooooooooon, je ne regrette rieeeeen –cantó Daniel Gallardo mientras hacía uso del orinal.

-
Va te faire foudre! Ta geule!
Daniel Gallardo no pudo entender nada de lo qué dijo Faustin pero supo que se trataba de un insulto. Deseó poder liberar a Francis de este fils de pute pero conquistar el lejano oriente era su único interés por el momento. Era su turno para subir al escenario.

-¿Con qué tema nos deleitalás?

-‘I’m turning japanese’

-運 –Sonó el gong

I've got your picture, I've got your picture
I'd like a million of you all round my cell
I want a doctor to take your picture
So I can look at you from inside as well
You've got me turning up and turning down
And turning in and turning 'round

I'm turning Japanese
I think I'm turning Japanese

Chang no logró entender muy bien el mensaje que intentaba transmitir Daniel Gallardo pero sacó su cámara digital e hizo juntar a Francis y Faustin para registrar el momento kodak, con el converso japonés haciendo karaoke al fondo. Francis extendió su brazo sobre la espalda de Faustin, quien puso cara de preocupación para la foto. Daniel se despidió del público con una venia oriental y caminó a pasitos cortos hasta llegar a la mesa.

-Nos vamos, Francis –informó Faustin.

-¿Por qué se van? –preguntó intrigado Gallardo.

- Va te faire merde, Daniel! –gritó el francés.

Daniel asumió posición de karateca y se puso frente a Francis en defensa. Chang soltó la única carcajada de la noche y tomó otra foto del momento. Francis dio un paso adelante y extendió su mano firme a Faustin.

-Au Revoir, Faustin. Sayonara, Chang.

Los extranjeros se marcharon sin más palabras –en uno u otro idioma- y Francis tomó asiento ofuscado.

-¿Qué pasó? –preguntó Gallardo.

-Nada. Me di cuenta que esto no es La Vie en Rose

-Así son los franceses: con su lengua estilizada y sus ínfulas. Sus narices perfectas y sus cigarros encendidos ¿Quieres que te abrace?

-No es necesario

-Lo siento. Con Saúl esto no habría pasado. ¿Crees que deba llamar al asiático?

-Los asiáticos tienen el pene pequeño. ¿Cuál es tu fascinación con ellos?

-Siempre están haciendo cara de sospecha y… ¿Estás llorando?

-No. Es el karaoke que me pone sentimental…

-¿No me vas a pedir que te abrace?

-Hagamos un dueto mejor…

-¿Cómo una cita doble? ¡Estoy bromeando! Allé
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